
Tener una consulta de nutrición me está resultando muy interesante. Tras diez meses de ejercicio de mi profesión, me he dado cuenta de que nada de lo que me enseñaron en la facultad es importante. Mi principal valor en el trabajo es saber escuchar. La mayoría de la gente sólo necesita expresarse, necesita contar los asuntos que les preocupan y sobre todo; la gente adora contarte sus pequeñas guerras diarias...
Empiezo a preguntarme si desde que España es anticlerical, la gente necesita otros interlocultores atentos. No todo el mundo acepta ir a un psicólogo, se sigue pensando que hay que tener algún problema grave para visitarlos. Así es que la gente te pregunta cosas fuera del ámbito nutricional. Quieren pistas, quieren caminos por los que encauzar sus vidas. ¿Y quién soy yo para marcar la trayectoria de otro, si ni yo misma sé hacia dónde marcho?