30.8.07

Los cuentos del verano

Estos días me han prestado unos libros.
Tres novelas como cuentos.
Los dos primeros son duros.
Tienen esa cicatriz medio fea y pseudo cerrada que dejan ciertas infancias.
El tercero es distinto, es un cuento de viajes, de descubrimientos, de amor.
* El niño con el pijama de rayas de John Boyne
* Claus y Lucas de Agota Kristof
* Seda de Alessandro Baricco.

29.8.07

Two

Abro la ventana de la habitación que fue de mis abuelos, que ahora es de mi tía, en la que duermo por unos días, me encuentro a esta pareja, arrebujada en el cable, cómoda, dándose calorcito.
A las pocas horas, vuelvo a asomarme, miro hacia abajo y C. ya está esperándome en su coche. Corro por las escaleras, con el corazón acelerado, deseando llegar a cualquier sitio en el que estar así con él, como los dos pájaros.

27.8.07

Los Picos

El viernes por la noche, conocí a un niño muy sonriente, muy despeinado y muy alto.
Me pagó las cervezas, me invitó a Los Alpes, me dió conversación hasta las cinco y me llevó a la puerta de mi casa recordandóme todo el camino, que me llevaría a comer a un sitio muy chulo.
A la mañana siguiente me escribió un mensaje, uno de los más bonitos que me han escrito ultimamente y a las 12 en punto (cómo me gusta este niño!) estaba abajo esperándome.
Condujo una hora y pico, por autovías, por carreteras, por caminos, para enseñarme un pueblo en los Picos de Europa sacado de un cuento suizo.
Despúes de comer, dormimos la siesta en la Majada del Toro, a la orillita de un río, con el sol asomando tras las montañas. Y en aquel momento, pensé que todo encajaba. Que mi vida era un cuadrado perfecto y sin fisuras en las esquinas.

10.8.07

No hay sultán más feliz que yo...


Un poco de pan
un poco de agua fresca
la sombra de un árbol
y tus ojos.

No hay sultán más feliz que yo
ni mendigo más triste.
(Omar Khayyam)


Esta Rubaiyat siempre me ha encantado. Y en la voz de Camarón, en la canción Viejo Mundo, me emociona especialmente.

El disco La Leyenda del Tiempo siempre viene conmigo en los viajes difíciles. Saca esas lágrimas que me obligo a guardar sólo para mi...

La equilibrista


Dos minutos antes de hacer esta foto, yo tenía mis pies metidos en esas zapatillas y caminaba sobre el alambre.

No sé qué me pasó, pero me caí al suelo, rompiendóme dos dientes. Mis zapatitos se quedaron pegados al cable y continuaron con el ensayo, pasando de mi, de mis dientes rotos y de las gotas de sangre que iba dibujando por el suelo.

Yo me senté abajo, con el pañuelo en la boca, tiñéndose de rojo y las babuchas malditas allá arriba, pavoneándose de su destreza sobre el cable. Terminaron con un triple salto mortal (y tirabuzón) y las cabronas miraron hacia abajo y me sonrieron de medio lado, orgullosas por haberme sacado del bonito número circense que yo siempre había bordado.

6.8.07

El Apartamento


Por fin he encontrado una manera fácil de independizarme. Me alquilan un piso en La Malagueta, con su pequeño salón, su dormitorio aparte, su cocina de juguete y un baño apañaíto. Tiene ventanas con cortinas y una terracita con su tendedero y todo.
Ya estoy pensando en cómo voy a decorarlo, dónde voy a poner las fotos, los libros, que primera canción sonará en mi casa, a quién invitaré a cenar, dónde colocar las velas, los bulbos de tulipanes, la matita de albahaca italiana y la acuarela de Breceña.
Y por las noches me despierto de golpe, pensando en colores y telas, en la apertura de Ikea (que me viene perfecta) y en los paseos mañaneros que me daré por la playa.