20.2.08

20 de febrero de 2008

Mi amiga Nieves dice que está cansada de entrar en esta página y encontrarse el post: "odio los domingos", que ella también los odia, pero que quiere leer algo nuevo. Tiene razón la chiquilla...
Últimamente me han pasado muchas cosas y son dignas de ser contadas, pero todavía es pronto para que sean públicas.
Sólo digo que la vida es alegre, que dentro de poco ese cartel significará todavía más y que Nieves y yo por fin hemos encontrado un hueco para comer juntas (OleOleOle).

8 comentarios:

Pina dijo...

Joer que intriga,adelantanos algo ....

Galgo dijo...

Eso, eso, un adelanto. A algunos nos urge tener noticias tuyas.

Anónimo dijo...

Querida Hul;
Me alegro taco por todas esas cosas misteriosas. Dale un saludo y un besillo a Nieves y otro mas gordo para ti!.
TH

Anónimo dijo...

Julia, no es un comentario a tu post, pero como no encuentro como ponerme en contacto contigo, dejo aquí mi mensaje.
No sé cómo he encontrado tu blog; seguramente me lo habré tropezado como me tropiezo todo en la vida. Nunca busco, ni lucho ni elijo nada.
Me alegro de haberme chocado con tus palabras, son como el agua suavita y helada de las playas de Pedregalejo que bañaba mis piés cuando era pequeña.. tan suavita que a veces tenía que adelantarme un poco para que me rozase... y tan helada que calmaba mi exceso de energía y mis disparatadas ideas.
Me hizo ilusión ver la foto de las casas de enfrente de La Fuente de Reding; yo también vivo a diez minutos andando de ellas... eso me hizo pensar en que existe la espantosa posibilidad de que seas mi vecina del segundo, esa q se mete en todo y protesta pq mi coche invade 3 cm. de zona común... Anda, dime que no, que no eres tu…

Anónimo dijo...

NOTA: perdóneme que utilice su pagina para escribir algunas tonterías que me salen, si cree que no procede, borre con piedad católica, y déjeme explicarle que es la pereza, y la inutilidad para con las nuevas tecnologías, las que me impiden tener mi espacio propio y andar de ocupa virtual.

“Del pausado pasar del tiempo, y otras cosas.”
Voy a hablaros del pausado pasar del tiempo y de otras cosas.
Me dijo ya hace tiempo un hombre envejecido de trabajar, que las cosas pasan despacio cuando las has visto muchas veces. Yo nunca le quise creer, pero ahora me doy cuenta de que me hago mayor. Que lentas pasan las cosas a mi alrededor. Que lento pasa el tiempo. Como flotan, dejándose mecer por agónicas brisas de rutina, las cosas en el tiempo. Me aburro. Es cierto, me aburro, y es porque soy viejo. Lo noto en como me miran, y en como miro. Lo noto en como me hablan y en como hablo. Lo noto hasta en como me moja la lluvia, cuando en su insistente caer metódico y rutinario, se me mete hasta los huesos. Lo noto.
Se que he dicho en el titulo que iba a hablar de otras cosas, pero no me quedan ganas de hablar de nada mas.
Me voy a echar la siestita mirando por la ventana, a ver pasar las cosas, que el tiempo no pasa, son las cosas las que pasan.

La Luciérnaga dijo...

Pina, parece mentira que quiera usted adelantos.

Galgo, ¿recibió ayer mi mail de explicación?. Creo que necesitamos una charla larga, de carta extensa.

TH, cuando te lo cuente te quedas muerta en la bañera.

Querida malaguita, me da rabia decirle que no soy su vecina coñazo. Siempre he querido ser la vecina pesada de alguien. Yo tampoco busco las cosas, pero ellas me encuentran.

Anónimo, al leer sus reflexiones, me ha recordado a Duvernet, un antiguo lector. Además las últimas noticias que tenia de él, le situaban en Zaragoza, como usted ahora. ¿No será usted?

Anónimo dijo...

NOTA: Disculpe de nuevo que me vuelva a apoderar de su espacio virtual. Fíese de mi cuando le digo que ésta Semana Santa hice propósito de enmienda, y quise comprarme un “Manual de Internet para nuevos usuarios”, que nada tenia que envidiar en volumen a un sagrado Quijote, y que paso furtivo ante mi, en una de esas ojeadita que se echan en la planta baja del Corte Ingles mientras se espera a La Señora, que atiende y departe con las dependientas de perfumería. Quítaseme las ganas de golpe y porrazo al pensar que tras genérico titulo podía esconderse sarta alguna de memeces que pudiesen dañar hasta mi cuerdo actuar. “Así es, que así estamos” (que dijo Lope cuando Jerónimo Velásquez lo pillo encamado con su santa esposa Inés Osorio), y por esta razón y no otra le sigo robando, espero me lo permita.

“Del garbanzo, la Patria y otras cosas”
Vengo espantado al refugio de mi casa, a la protección de mi sofá y mi manta de la siesta, de un mal llamado restaurante, de mal nombre FrescCo. Andaba yo despistando mi mirada en faldas primaverales que hacían cola para servirse y pagar en la “barra de autoalimentación” del susodicho local, cuando un septuagenario españolito crúzaseme en la mirada con un rotundo plato de garbanzos. Se abrieron paso los tres; el anciano, su mujer, y el magnifico festín de garbanzos, hasta la caja donde le esperaban un chino, o filipino, o asiático genérico (para no profundizar en demasía en el origen del muchacho); al que el anciano, raudo como gacela, pregunto por su sopa. “Si señor. Donde dice usted que me dan la sopa, que ya he cogido los garbanzos”, le repetía el anciano al asiático genérico, que no salía de su asombro. Explicó una señorita, con una de esas turbadoras falditas que ya he comentado, que la legumbre estaba presente en el mostrador como ensalada de tenedor y no como plato de cuchara. Espeto el septuagenario un “vaya por Dios”.
Podría sonar, a un hombre poco ducho, en los hábitos españoles ese “vaya por Dios” a conformismo. A conformismo patrio, a ese conformismo de Felipe II cuando unas olitas acabaron con su Armada; al de teniente Daoiz viendo “joder a lo francés” al valiente Pueblo de Madrid; al de Los Últimos de Filipinas al ver que el mal gobierno de su Patria les había abandonado; o el de los defensores de Santiago de Cuba, al ver desde sus trincheras, como merendaban los enemigos a la buena y vieja Armada Española, al salir por la bocana de la bahía de Santiago. Nada mas lejos de la realidad, pues ese “vaya por Dios” es una mezcla entre educación e incredulidad, que así somos los españoles.
La incredulidad ante el desprecio por ese manjar que es el garbanzo, invitado de honor en todos los cocidos de España. Español 400 años antes de que una americana patata nacionalizase a la tortilla francesa. Español de Galicia con los grelos, castellano de Astorga en el cocido Maragato, penitente en Semana Santa con bacalao, rojo con tomate, u nacional en cocido Madrileño, del monte en el cantabro y en el aranes, y ligero levantino en sopa. Gordo y rechoncho, o pequeño y esmirriado, a semejanza de sus compatriotas. Si señor, así es el garbanzo un signo patrio como quedan pocos. Los Católicos Reyes, Don Fernando y Doña Isabel, tuvieron que dudar si cimentar España en las columnas de Hércules, o en el castizo garbanzo. Es seguro que lo comió Viriato, Pelayo, El Cid, Don Juan de Austria, Carlos V, Churruca, el General Castaños, Eloy Gonzalo el Héroe de Cascorro, Prin en Tetuán, y hasta el navarro Indurain. Qué afrenta a tan grande símbolo nacional. Si semejante insulto se hiciese en otro lugar menos cortes y civilizado que España, tengan ustedes por seguro, que una encolerizada turba arrasaría con razón el impúdico local. Pero aquí decimos, que no es poco, un “vaya por Dios”, y apostillo yo: “Amen”

Anónimo dijo...

Estas un poco floja, este blog se muere...anda muchacha escribe algo.
Un saludo del que se fue a oslo ha vuelto de vacaciones unos dias y se va mañana de nuevo.