Ningún viejo del lugar, ninguna fuerza viva, ni los patrocinadores, ni los trabajadores del edificio, conocía que querían decir aquellas dos palabras. Y el enigma del nombre siguió creciendo entre los ciudadanos.
Pero había otro misterio, ningún delineante, aparejador, diseñador o ayudante del estudio de arquitectura, conocía el mecanismo de apertura de aquellas ventanas. Hasta que un día, a la hora de comer, EmilioElRaroDeContabilidad, se acercó al grupo de ventanas mordisqueando su bocadillo y uno de los cristales, se abrió sin hacer ruido, dejándole ver el paisaje más verde y fértil de la comarca.
El sensor de melancolía ventanil diseñado por Medvégalis había detectado el mayor índice de tristeza de toda la oficina.
4 comentarios:
bella historia y bella foto.
Me gusta muchos como escribes, ya era seguidora de tu otro "muerdeme la boca"
saludos!
Si buscás Medvégalis en google tu blog aparece en la segunda página...
¿Habré sido el único demente que hizo esto?
Muy bonita historia, me gusta la sensibilidad "limpia" (sin adornos superfluos, sin cursilerías) con que cuentas las cosas.
Ah!! Yo tb busqué Medvégalis en google! por si acaso... :)
Querida Apolonia! Me alegro de tener seguidores tan fieles. Gracias por pasarte por aqui. Un beso
Invisible, invisible, ya no me escribes mails, ¿por que? :(
Hola Judit, me ha gustado mucho lo de sensibilidad limpia... Muaaaa
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