
Elegir los peores pensamientos del mercado, estrujarlos con las dos manos, sacarles el jugo, echar el exprimido resultante en un vaso de cristal translúcido y tomarlo amargo con zumo de arándanos me ayuda a hacer la digestión.
Es un acto solitario e inmensamente triste pero despúes de ese desayuno, me siento siempre mejor.
Suelo acompañarlo con unas extrañas pastas rellenas de buenas propósitos y espolvoreadas con azúcar y canela, receta de mi madre.
A ella no le salían tan feas, siempre le quedaban esponjosas y brillantes. Las suyas, eran unas galletas muy ricas...
4 comentarios:
Quería felicitarte por tus fotos en flirck y tu visión de Málaga. Besillos
Th, tonta, qué seria te pones...
A ver si te vienes un díita por aqui. Málaga no es lo mismo sin ti, que lo sepas :(
No sé que tienen las madres, que siempre encuentran el mejor remedio para curarnos "casi" todo.
Esa receta es un tesoro.
Si, Pati, así es... Las recetas de mi madre, valen su peso en oro
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