26.8.06

El despecho

Hace unos diez meses yo tenía un amigo inseparable, una de esas personas con las que te apetece hacerlo todo (bueno, casi todo) y con las que las explicaciones no existen...

Hace unos ocho meses, cambió de rumbo y de ciudad y dejó de contarme sus asuntos, de escribirme mensajes, de llamarme cuando venía a Málaga y se alejó tanto que yo sólo conseguía ver su imagen desenfocada e irreal.

Hace un mes, me cansé de esperar nada y le llamé por última vez... Ni siquiera entonces me cogió el teléfono, asi que le escribí un mensaje al que por supuesto, ni se molestó en contestar.

Hace unos días, dejó un post en su página diciendo que siempre le pasaba igual, que de pronto conocía a alguien con quien se llevaba del carajo, luego le apetecía hacer otras cosas y que la otra persona se sentía defraudada. Terminaba con la siguiente pregunta: "¿Hay que pagar con la propia libertad a cambio de conservar una amistad para siempre?".

Respuesta desde el despecho: "Qué lástima cariño, nuestra amistad no te enseñó nada"

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sonria doctora.

La Luciérnaga dijo...

A veces estos asuntos me bloquean la sonrisa, Fran!

Anónimo dijo...

sabes que eso a veces ocurre, pero por suerte te das cuenta que siempre queda alguien que te ofrece su amistad a cambio de nada y esta ahi siempre.La amistad es cojonuda siempre que no topes con alguna malefica persona que este mal de la cabeza jajaja.hija adoptiva

La Luciérnaga dijo...

Jajaja, queda abierto este post como muro de las lamentaciones, se permiten verter quejas sobre antiguos amigos...

Se abre la veda, oiga!